- Fecha
- 2025-11-13 17:00:00
- Autor
- Por Esto Es Azúcar
Alimentarte también es descansar: cómo el sueño afecta tu metabolismo

Dormir bien es tan importante como comer bien o moverte con regularidad. Aunque muchas veces lo vemos como un lujo o una pérdida de tiempo, el descanso es un pilar fundamental de la salud metabólica. Cuando duermes poco o mal, tu cuerpo reacciona como si estuviera en estado de estrés constante, afectando el apetito, la forma en que procesas los alimentos y hasta tu capacidad para mantener un peso saludable.
El sueño y el metabolismo: una conexión más fuerte de lo que parece
Durante el sueño, tu cuerpo no “se apaga”, sino que realiza procesos esenciales para mantener el equilibrio interno:
- Regula hormonas que controlan el hambre y la saciedad, como la leptina y la grelina.
- Repara tejidos y músculos, especialmente después del ejercicio.
- Equilibra la glucosa en sangre y mejora la sensibilidad a la insulina.
Cuando no descansas lo suficiente, este sistema se altera. Dormir menos de seis horas por noche puede reducir los niveles de leptina (la hormona que indica saciedad) y aumentar los de grelina (la que estimula el apetito). El resultado: más hambre, más antojos, especialmente por alimentos ricos en azúcar o grasa.
Falta de sueño y metabolismo lento
El sueño insuficiente también afecta la forma en que tu cuerpo usa la energía. Diversos estudios han mostrado que dormir poco puede reducir el gasto energético basal, es decir, las calorías que el cuerpo quema solo para mantener sus funciones vitales.
Esto, sumado al aumento del apetito, crea el escenario perfecto para ganar peso con el tiempo, incluso si no comes mucho más que antes.
Además, dormir poco puede alterar tus ritmos circadianos, ese “reloj interno” que regula cuándo comes, cuándo tienes energía o cuándo tu cuerpo usa la grasa como combustible. Cuando el reloj interno se desincroniza —por ejemplo, al trasnochar seguido o cenar muy tarde—, el metabolismo se vuelve menos eficiente.
Comer bien para dormir mejor
La relación entre sueño y alimentación también funciona al revés. Lo que comes y cuándo lo haces influye directamente en la calidad de tu descanso:
- Evita las comidas muy pesadas o ricas en grasa antes de dormir, ya que pueden dificultar la digestión.
- Prefiere cenas ligeras, con proteínas magras, verduras y carbohidratos integrales.
- Reduce la cafeína y el alcohol en la tarde, ya que alteran las fases profundas del sueño.
- Un vaso de leche tibia, un yogur natural o una infusión sin cafeína pueden ayudarte a relajarte antes de dormir.
Dormir bien también es parte del bienestar
Dormir entre siete y nueve horas por noche no solo mejora tu energía y concentración, sino que también ayuda a mantener estable tu metabolismo, tu apetito y tu estado de ánimo. Si quieres cuidar tu salud de forma integral, el descanso debe tener el mismo protagonismo que la alimentación y el movimiento.
Qué puedes hacer para cuidar tu descanso
- Respeta tus horarios de sueño como si fueran citas importantes.
- Aléjate de las pantallas al menos 30–60 minutos antes de dormir.
- Cuida lo que comes en la noche, sin obsesionarte.
- Crea una rutina sencilla que prepare tu cuerpo para el descanso.
- No uses la madrugada para “ponerte al día” con pendientes.
Puedes comer bien, moverte y mantenerte hidratado, pero si no estás durmiendo lo suficiente, tu cuerpo no logra equilibrarse.
Cuidar el descanso es cuidar tu salud. Porque sin sueño, ni la mejor dieta funciona como debería.
Sobre el autor

Marcela Barillas es nutricionista clínica graduada de la Universidad Francisco Marroquín y tiene una Maestría en Educación Nutricional Comunitaria de la Universidad de Columbia en dónde ha aprendido a brindar a las personas las herramientas necesarias para que puedan crear un estilo de vida saludable, balanceado y sostenible.
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